miércoles, 17 de abril de 2019

Charcos de felicidad, Charcos de esta Historia Continuará

Desde aquel día pasajero en la micro del tiempo, no pensé que tanto cambiaría, aquella chica sentada a la diestra de mi vista me llamo mucho la atención, no pensé que haría, era hermosa claro está y no podía quitarle mis ojos de encima...

La calle era despedregada y la micro saltaba mucho, un bebe lloraba clamando por su madre, asustado por lo irregular del pasar de dicho vehículo, pero el llanto se ahogaba por el ruido de los goterones que se estrellan por el pavimento de nuestro camino, el cual atravesaba una neblina insidiosa y horrible, las luces parpadeaban incesantemente haciendo ritmo con las gotas de lluvia y los saltos de aquella carrocería en la que estábamos sentados, a veces se detenía y se bajaban personas, pero, extrañamente, nadie se subía...

La chica sentada a mi diestra, con sus ojos brillantes revisaba un cuaderno de dibujos mientras Yo trataba de concentrarme en leer los apuntes de la clase de economía, sin duda dibujaba muy bello, era un paisaje similar a la ciudad de la que iniciamos nuestro recorrido, su dibujo era muy soleado y feliz, apocope de una persona que vive una vida feliz, o de no serlo, lo intenta desesperadamente.

La calle se emparejaba, habíamos llegado a un nuevo poblado, y por gracia divina la señora madre del crio que lloraba descendió en la parada anterior, quedaban alrededor de 5 personas en la micro, pero nadie a nuestro alrededor, tan solo la chica de ojos brillantes y Yo con un abrigo sencillo, venia del trabajo y la lluvia incesante solo percutaba en mi cabeza con los pensamientos que, insistentemente, me pedían que le hablara.

Abandonamos el pueblo y le seguía el bosque de alerces, unos 10 minutos antes de llegar a la parada de mi destino, me puse a ver en la ventana los goterones caer, cuando una mano toco mi hombro, era ella, aquella chica de ojos brillantes preguntándome donde me bajaba, primero la vi de reojo, pero no pude evitar perderme en su mirada, pero unas palabras se dispararon de mi boca hacia ella.

-En el Valle de Azapa, creo que es el fin del recorrido - dije en tono nervioso

No me quitaba los ojos de encima, y con el momento esbozo una sonrisa cálida con la que olvide todo en lo que pensaba.

-Yo también, creo que te he visto antes - Dijo ella con una clara alegría.

Fue el primer momento desde que me convertí en profesor de universidad en la que realmente me había perdido en algo, era el túnel del tiempo, y Ella realmente había logrado distraerme del tormento que embarga la precisión de mi trabajo; me mostraba sus dibujos y me menciono que estudiaba en el mismo instituto en el que hacia clases y que me conocía por sus compañeros de carrera.

Yo extrañado pensaba en cuando la había visto, su sonrisa me era extrañamente familiar, y sus ojos, me parecían como si fuere una estrella que divisaba en el cosmos con mi telescopio pequeño. Me sentí muy bien escuchando todo lo que ella decía en este viaje a casa, el cual fue como ningún otro, a su lado, Ella tomo mis manos preguntándome el costo monetario de una clase particular, estaba entusiasmada y no recuerdo que valor le di, quedamos de conversar al respecto.

El viaje se había vuelto bastante entretenido mientras ella me contaba sus anécdotas, parecía una niña jugando con una muñeca nueva, tan alegre y hermosa, hizo saltar algo alegre en mis pensamientos, viéndola fijamente a los ojos pareciera que estuviera bajo los efectos de un narcótico, solo tenia pensamientos felices y su alegría significaba mas buenos recuerdos de este peculiar viaje.

Sin darme cuenta habíamos llegado a nuestro destino, baje primero y le di mi mano para ayudarla a bajar la escalinata, llegamos a Valle de Azapa, la lluvia era parte del pasado y la neblina indicaba el camino a casa, ella sujetaba con fuerza mi brazo, y su sonrisa solo mostraba alegría, y mi cara solo el estupor de haber sido drogado con algo que no podía comprender, el verde claro de sus ojos se parecía a las hierbas que crecían en mi jardín de vez en cuando, siempre cuando llovía.

Llegamos a la esquina del pasaje y me pregunta si puedo llevarla a su casa, Yo entre dudas no respondí por que ella me llevaba, mientras saltaba a los charcos que no me harán olvidar, aquellos charcos de una lluvia perdida en el tiempo, aquellos que mojaron mis pies como si estuviesen descalzos, sin darme cuenta llegamos a su casa, que extrañamente, estaba detrás de la mía.

Me agradeció con un beso en la mejilla que cubrí con mi mano, no se si dije adiós, o si nos veremos nuevamente, solo estuve feliz y sonreí, cosa extraña en mi, en mis pensamientos perdidos en los charcos de agua en los pocos metros antes de llegar a mi hogar, Charcos de felicidad, charcos de esta historia continuará...

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Relato de mi autoría, inspirado en una chica especial.

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Saludos desde Chile, Dios los Bendiga


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Charcos de felicidad, Charcos de esta Historia Continuará por Ariel Pereira Aguayo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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